All I want is everything.
Tres deseos malgastados:
“Quiero todo o nada”: un dicho que, aparentemente, de tanto repetirlo se ha convertido en parte de nuestra realidad, por lo menos en lo que a la moda concierne. Claro que, esto no se refiere a las fantasías que todos anhelamos con cumplir en nuestro fuero interno, cómo disponer a nuestro antojo de una limusina o tener un armario kilométrico como el de Hannah Montana. Y es que si hay algo que el genio de Aladdin me enseñó, es que debemos tener cuidado con aquello que deseamos ya que en el momento más insospechado se puede realizar, lo que puede ser perjudicial, siendo esto lo que ha terminado por ocurrir.
Courtesy of Pinterest. |
Durante la temporada que nos acontece, habiendo presentado los más ilustres diseñadores sus últimas colecciones en las grandes capitales del mundo, he llegado a la conclusión que explica la extraña falta de mi habitual emoción ante semejante acontecimiento: todo está de moda.
Por supuesto, mi apatía no ha logrado superar completamente a mi insaciable curiosidad, por lo que hay desfiles para los que, inevitablemente, he reunido toda mi atención, como son los de Miu Miu y Alexander McQueen, pero aún habiendo disfrutado con las exhibiciones de prendas, no he llegado a experimentar el desbordante éxtasis que normalmente me acompaña frente a las novedades de la alta costura.
Courtesy of Pinterest. Miu Miu |
Courtesy of Vogue Runway. Alexander McQueen |
Conocemos esta disposición como un bucle giratorio, el cual de forma eventual siempre termina por hacer resurgir las mismas tendencias de base, no obstante, este reciclaje jamás pierde su encanto ya que se produce de forma espaciada en el tiempo.
Asimismo, hoy en día el consumo en un líder tiránico y déspota que controla nuestras inquietudes y que además, no hace sino crecer en su trono de poder ya que las entidades de alta alcurnia no hacen sino avivar ese ya abrasivo fuego para incrementar sus beneficios. De este modo, podemos observar cómo las personas nos desvivimos por alcanzar un tren de popularidad que en algún momento dejó de hacer uso de los frenos, como se empuja a los trabajadores a ser más productivos en condiciones cada vez más deplorables y como los únicos favorecidos por esta situación siempre resultan ser el mismo grupo de personas cuya codicia les impide ver las catastróficas consecuencias de sus actos.
Courtesy of Pinterest. |
Dejando mi discurso pesimista a un lado, confesaré que en medio de esta insostenible tormenta, sí hay un aspecto positivo: la libertad de expresión. No es ningún secreto que la presión social ejerce las veces de yugo a la hora de determinar cómo vestirnos, pero, y a pesar de esta misma sigue latente en nuestro día a día, parece ser que la situación en que nos encontramos ha conseguido diluirla. Quizá esta ridícula expansión del abanico de tendencias sea el primer paso hacia la conquista de lo que debería ser en primer lugar la máxima de la moda, permitir que cada persona encuentre en la ropa un oasis de creatividad a través del que darse a conocer al mundo (algo así como una tarjeta de visita que anticipe nuestros gustos).
Courtesy of Pinterest. |
Aunque la absurda propaganda de exclusividad que se continúa utilizando, y fructíferamente he de añadir, para vender todos estos productos que no necesitamos y que, en dos de cada tres casos (a pesar de que no podamos o queramos reconocerlo) ni tan siquiera nos gustan realmente, sigue ejerciendo su función cómo estimulante opresivo.
Si pensamos, por ejemplo, en las cinco décadas que ocuparon la segunda mitad del siglo veinte, nos vendrán a la mente cinco distinguidlas imágenes que se diferencias claramente las unas de las otras. Mas la aplastante mayoría de las prendas que caracterizaron cada una de estas convergen en lo que hoy se considera destacable:
- Los pantalones de tiro alto tipo capri y los collares de perlas son elementos de los 50 que actualmente podemos avistar a pie de calle,
Courtesy of Pinterest. |
Courtesy of Pinterest. Grace Kelly |
- de los años sesenta rescatamos las minifaldas y las botas tipo gogo,
Courtesy of Pinterest. - mientras tanto de 1970 recopilamos hasta estos días los vaqueros acampanados y los vestidos largos a la Stevie Nicks,
Courtesy of Pinterest. |
Courtesy of Pinterest. Stevie Nicks |
- por otro lado, las hombreras y los colores eléctricos típicos de los ochenta pisan con fuerza
Courtesy of Pinterest. |
- y tampoco se ha quedado atrás los vestidos lenceros y las chaquetas cortas de punto noventeras.
Courtesy of Pinterest. |
Courtesy of Pinterest. Cameron Diaz |
Es evidente, que tras habernos enfrentado a problemas de tal magnitud en los últimos años, todos tememos un posible retroceso que nos arrebate todo aquello que tanto esfuerzo y sacrificio nos ha costado recuperar. El miedo a la incertidumbre nos empuja hacia la idea de tener que hacer la mayor cantidad de cosas en el menor tiempo posible. Steve Jobs se repetía cada mañana al despertarse que aquel podía ser el último día de su vida, lo cual a muchos les sonará como la expresión más deprimente jamás escuchada, pero a este genio informático le servía como chute de motivación para evitar la procrastinación.
Courtesy of Pinterest. |
Con esto quiero llegar a que en efecto, es importante recordarnos de vez en cuando la fragilidad de la vida para ser capaces de valorarla en todo su esplendor, pero cuando este argumento se torna en una obsesión por abarcar más de lo humanamente posible, perdemos la habilidad de razonar. En definitiva, el torbellino en que se encuentra sumido la moda, donde es imposible distinguir nada con claridad está lejos de ser saludable, por lo cual mi recomendación para escapar el caos en la medida de lo posible se apoya en el disfrute del mayor margen de individualismo que podemos apreciar de este desastre junto a la construcción de hábitos de compra más conscientes.
Courtesy of Pinterest. |
À bientôt,
Le Chaos.
Three wasted wishes:
“I want all or nothing”: a saying that, apparently, from being repeated so much, has become part of our reality, at least as far as fashion is concerned. Of course, this does not refer to the fantasies that we all yearn to fulfill in our inner selves, such as always having a limousine at our disposal or to have a kilometric closet just like Hannah Montana's. And if there is something the genius from “Aladdin” taught me, is that we must be careful with what we wish for, since at the most unexpected moment it can come true, which can be harmful (this being what has ended up happening).
Courtesy of Pinterest. |
During the season upon us, having presented the most illustrious designers their latest collections in the great capitals of the world, I have come to the conclusion that explains the strange lack of my usual emotion before such an event: everything is trendy.
Of course, my apathy hasn't completely overcome my insatiable curiosity, so there are shows that I've inevitably gathered my full attention for, such as Miu Miu and Alexander McQueen, but even though I did find appealing garments, I have not experienced the overflowing ecstasy that normally accompanies me when faced with the novelties of haute couture.
Courtesy of Pinterest. Miu Miu |
Courtesy of Vogue Runway. Alexander McQueen |
We know fashion as a rotating loop, which eventually always ends up making the same trends resurface, however, this recycling never loses its charm since it takes place in intervals that are spaced out over time.
Likewise, todays consumption is a tyrannical and despotic leader who controls our concerns and who, furthermore, only grows on its throne of power since high-ranking entities only fan that already abrasive fire in order to increase their profits. In this way, we can observe how people go out of their way to reach a popularity train that at some point stopped using the brakes, how workers are pushed to be more productive in increasingly deplorable conditions and how the ones favored by this situation always turn out to be the same group of people whose greed prevents them from seeing the catastrophic consequences of their actions.
Courtesy of Pinterest. |
Leaving my pessimistic speech aside, I will confess that in the midst of this unsustainable storm, there is a positive aspect: freedom of expression. It is no secret that social pressure acts as a yoke when it comes to determining how to dress, however, and despite this pressure being still latent in our day to day, it seems that the situation in which we find ourselves has managed to dilute it. Perhaps this ridiculous expansion of the range of trends is the first step towards the conquest of what should be the maxim of fashion in the first place, allowing each person to find in clothing an oasis of creativity through which to make themselves known to the world (something like a business card that anticipates our tastes).
Courtesy of Pinterest. |
Although the absurd propaganda of exclusivity that continues to be used, and fruitfully may I add, to sell all these products that we do not need and that, in most cases (in spite of the fact that we cannot or do not want to admit it) we do not even actually like, it continues to exert its function as an oppressive stimulant.
If we think, for example, of the five decades that occupied the second half of the twentieth century, five distinguishable images that are clearly different from each other will come to mind. But the overwhelming majority of the pieces that characterized each of these, converge in what is now considered fashionable:
- High-waisted capri pants and pearl necklaces are elements of the 50s that we can currently see on the streets,
Courtesy of Pinterest. Sophia Loren |
Courtesy of Pinterest. Marilyn Monroe |
- from the sixties we rescued miniskirts and gogo boots,
Courtesy of Pinterest. |
- meanwhile from the 70s we collect flared jeans and the long dresses a la Stevie Nicks,
Courtesy of Pinterest. Courtesy of Pinterest.
Stevie Nicks
- on the other hand, the shoulder pads and the electric colors typical of the eighties are on strong footing
Courtesy of Pinterest. |
- and the slip dresses as well as the short nineties knitted jackets have not been left behind either.
Courtesy of Pinterest.
Kate MossCourtesy of Pinterest.
Cher Horowitz
It is evident that after having faced problems of such magnitude in recent years, we all fear a possible setback that will take away from us everything that has cost us so much effort and sacrifice to recover. The fear of uncertainty pushes us towards the idea of having to do the most things in the least amount of time. Steve Jobs repeated to himself every morning when he woke up that that could be the last day of his life, which to many will sound like the most depressing expression ever heard, but for this computer genius it served as a motivational shot to avoid procrastination.
Courtesy of Pinterest. |
With this what I want to settle is that of course it is important to remind ourselves from time to time of the fragility of life in order to be able to value it in all its splendor, but when this argument turns into an obsession of trying to encompass more than is humanly possible, we lose the ability to reason. In short, the whirlwind in which fashion finds itself submerged, where it is impossible to distinguish anything clearly, is far from healthy, which is why my recommendation to escape the chaos as much as possible is based on enjoying the greater margin of individualism that we can appreciate from this disaster, together with the construction of more conscious purchasing habits.
Courtesy of Pinterest. |
À bientôt,
Le Chaos.
Comentarios
Publicar un comentario