Fashion culture is being reformed.

La fina línea entre la ignorancia y la xenofobia:

Todos necesitamos asentar una serie de límites que aseguren nuestro bienestar, tanto físico como emocional. Hay barreras que, debido a una cuestión de integridad personal, no debemos permitir que sean derruidas, lo cual no significa que debamos adoptar una actitud recelosa para con nuestros congéneres, sino que como las criaturas sociales que somos los humanos, requerimos de una división de nuestras relaciones en distintos departamentos con el fin de evitar mezclas, no sólo abrumadoras, sino también explosivas. 

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Otra verdad indiscutible es que cada persona un carácter singular e inigualable, lo que hace que la tarea de fragmentar ciertos aspectos de nuestras vidas resulte menos árida para aquellos más tajantes, mientras que para las personas tímidas se trata de un ejercicio penoso, eso sí, indiferentemente del tipo de personalidad, el objetivo final jamás varía. 

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Y son precisamente los límites, lo que nos conduce hasta el epicentro alrededor del cual orbita el artículo: ¿Cuándo pasa la vestimenta de ser un método de liberación a una cadena más cuya única función es la represión? 

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Es obvio, que la presión social es uno de los mayores impedimentos que encontramos a la hora del sentar las bases de nuestro propios gustos, todo el mundo conserva el frustrante recuerdo de haber desechado una prenda (que realmente nos gustaba) por temor al odioso “qué dirán”, o incluso haber sentido cierto vértigo al inmiscuirse en las calles por el simple hecho de guardar una apariencia que no se amolde al reglamento de los estereotipos convenidos. 

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Este es un problema sistemático que debe ser corregido con urgencia, lo que no sólo implica un gran trabajo a niveles mediáticos e incluso gubernamentales, sino también un desempeño por parte de cada individuo para lograr el progreso. Es inexcusable que tanto civiles como grandes entidades prediquen de cara a la cámara o al ojo público que la salud mental es una prioridad de vital importancia, para luego dedicarse a machacar la autoestima de todo aquel con el suficiente coraje para atender a sus propios deseos e ignorar los dictámenes populares. 

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En esta plataforma, sin ir más lejos y sin ánimo narcisista, encontrareis muchos y variopintos ejemplos de opiniones satíricamente expuestas sobre la vestimenta de diferentes personajes públicos, sin embargo, estas críticas nacen puramente de la subjetividad de mi propio estilo. Con lo que quiero decir que nunca considero el estilo de una celebridad menos válido por un determinado atuendo que no me haya resultado atractivo, cuanto más, nadie es inferior por tener en conjunto preferencias estilísticas diferentes. 

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Este son el tiempo de creencias que debemos desmentir para poder abrir camino a la inclusividad: los ratos distintivos de un humano no son algo que pueda tomarse como propiedad de todo al que le plazca juzgarlas, incluso son estas lo que hay que ver como un regalo, las diferencias son motivo de celebración no de discusión. Si visto desde esta perspectiva la problemática ya resulta alarmante, la visión puede ensancharse hasta mostrarnos casos de discriminación que afectan a comunidades enteras. 

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Uno de ellos se ve claramente ejemplificado en lo sucedido la más reciente edición de el festival cinematográfico de Cannes. Este es conocido no solo por el prestigio de los filmes, sino también por la exigencia de formalidad en los trajes de los invitados. 

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Naomi Campbell en Cannes

El pasado 29 de mayo, al productor de origen indígena, Kelvin Redvers le fue denegada la entrada a la Gala por su calzado: unos mocasines confeccionados con piel de alce cuyas cuentas fueron cosidas a mano por su misma hermana. 

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Los mocasines de Redvers

El motivo que llevó a los vigilantes del recinto a actuar de forma impertinente e incluso verbalmente agresiva, fue las similitudes que estos zapatos guardan con lo que en occidente es conocido como pantuflas. No obstante, estos mocasines fueron escogidos con sumo esmero por Redvers para la ocasión, ya que quería estar acompañado de un pedacito de su cultura a la par que demostrar su orgullo por esta, durante lo que suponía, iba a ser, una de las noches más especiales de su carrera. 

Courtesy of DH news.
Redvers (izquierda) 

De hecho, este tipo de zapatos son utilizados desde tiempos ancestrales en colonias indígenas norteamericanas con motivo de celebraciones y rituales particulares como los POW Wows, en los que era necesario lucir las prendas más preciadas. De este injusto modo, lo que fue planeado como una velada mágica, terminó siendo una pesadilla angustiosa para Redvers. 

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Tras amargos episodios similares, famosos como Kristen Steward han reivindicado la inmoralidad cometida descalzándose sobre la alfombra roja, y a la mañana siguiente el comité directivo de Cannes emitió una disculpa por el malentendido. 

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Kristen Steward descalzándose en Cannes

Pero, no es la primera vez que un error de este calibre sucede, por lo que las disculpas se quedan cortas, reclamamos cambios y acciones inmediatas que lo demuestren. La mejor arma de la que se puede hacer uso para combatir este tipo de adversidades es la concienciación. Otorgarle a las distintas razas, culturas y religiones un espacio digno en la educación global garantizaría que el desconocimiento nunca volviese a desembocar en un infortunio como el sufrido por Kelvin y por otros muchos más. Es hora de replantearse lo que se considera apropiado dentro de un código de vestir, reconocer que no somos poseedores de todo el conocimiento y asumir que lo desconocido es una oportunidad de crecer, no un enemigo que derrocar.

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À bientôt,
Le Chaos.

 

The fine line between ignorance and xenophobia:

We all need to establish a series of boundaries that ensure our well-being, both physical and emotional. There are barriers that, due to a matter of personal integrity, we should not allow to be demolished, which does not mean that we should adopt a suspicious attitude towards our fellow human beings, but rather that as the social creatures that we are, we require a division of our relationships in different departments in order to avoid mixtures that are, not only overwhelming, but also explosive. 

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Another indisputable truth is that each person has a unique and incomparable character, which makes the task of fragmenting certain aspects of our lives less arid for those who are more blunt, while for timid people it is a painful exercise, yet, regardless our personality type, the ultimate goal never changes. 

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And it is precisely these limits that lead us to the epicenter around which the article revolves: When does clothing go from being a method of liberation to one more chain whose only function is repression? 

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It is obvious that social pressure is one of the biggest impediments we find when it comes to laying the foundations of our own tastes, everyone retains a frustrating memory of having discarded a garment (that we actually enjoyed) for fear of the hateful " what will they say”, or even having felt a certain vertigo when interfering in the streets for the simple fact of having an appearance that does not conform to the regulations of the agreed stereotypes. 

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This is a systematic problem that needs to be corrected urgently, which not only implies a lot of work at media and even government levels, but also a commitment from each individual to achieve progress. It is inexcusable that both civilians and large entities preach to the camera or the public eye that mental health is a priority of vital importance, and then dedicate themselves to crush anyones self-esteem with enough courage to attend to their own desires and ignore popular dictations. 

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On this platform, without going any further and without a narcissistic spirit, you will find many and varied examples of satirically exposed opinions about the clothing of different public figures, however, these criticisms are born purely from the subjectivity of my own style. By which I mean that I never consider a celebrity's style less valid because of a certain outfit that I did not find appealing, and above all, no one is inferior for having different stylist preferences altogether. 

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This is the type of beliefs that we must disprove in order to open up the path for inclusivity: the distinctive traits of a human are not something that can be taken as property by anybody who wants to judge them, even more, these should be seen as a gift. Differences are a cause for celebration, not discussion. If seen from this perspective the problem is already alarming, but the vision can be broadened to show us cases of discrimination that affect entire communities. 

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One of them is clearly exemplified in what happened at the most recent edition of the Cannes film festival. This is known not only for the prestige of the films, but also for the requirement of formality in the costumes of the guests. 

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Salma Hayek and Antonio Banderas at Cannes

On May 29, the indigenous producer, Kelvin Redvers, was denied entry to the Gala because of his footwear: moccasins made of moose skin beaded by his own sister. 

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Redvers and his moccasins (brown, right)

The reason that led the guards of the enclosure to act impertinently and even verbally aggressive, was the similarities that these shoes hold with what is known in the West as slippers. However, these moccasins were chosen with great care by Redvers for the occasion, since he wanted to be accompanied by a little piece of his culture while showing his pride of it, during what he supposed was going to be one of the nights most special in his career. 

Courtesy of DH news.
Redvers at Cannes

In fact, these types of shoes have been used since ancient times in North American indigenous colonies for celebrations and particular rituals such as Pow Wows, in which it is necessary to wear ones most precious garments. In this unfair way, what was planned as a magical evening ended up being a harrowing nightmare for Redvers. 

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Indigenous moccasins 

After similarly bitter episode, celebrities such as Kristen Steward have vindicated the immorality committed by taking off her shoes on the red carpet, and the next morning the Cannes management committee issued an apology for the misunderstanding. 

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Kristen Steward barefoot at Cannes

But, it is not the first time that an error of this caliber has taken place, so apologies fall short, we need to demand immediate changes and actions. The best weapon that can be used to combat this type of adversity is awareness. To give different races, cultures and religions a worthy space in global education, would guarantee that ignorance would never again lead to misfortune like the one suffered by Kelvin and many others. It is time to rethink what is considered appropriate within a dress code, recognize that we are not possessors of all knowledge and assume that the unknown is an opportunity to grow, not an enemy to overthrow.

Courtesy of Pinterest.

À bientôt,
Le Chaos.

 

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