Morticia Addams estaría orgullosa:
Las subculturas urbanas llevan cerca de medio siglo en movimiento, adoptando distintas formas, pero siempre vigentes en esencia. Algunas de las más famosas han sido superficialmente tanteadas en entradas anteriores, en las cuales han surgido orgánicamente en segundo plano de tópicos en que se ven involucradas, por ejemplo, esta la década de los setenta y sus emblemáticos hippies (https://creativitymidstchaos.blogspot.com/2022/01/the-me-decade.html). Sin embargo, en este respecto, todavía tenemos mucho terreno inexplorado que recorrer, por lo que en esta ocasión la tribu gótica será objeto de nuestro interés con el fin de ampliar nuestros horizontes de conocimiento, aunque antes de adentrarnos a dicha actividad haré un inciso en el significado que este fraccionamiento social sostiene.
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Primeramente, podemos distinguir sin necesidad de explicaciones el cariz separatista de lo que supone etiquetar a la población según sus gustos, lo cual no siempre implica que una intención ignominiosa esté de detrás de dicha iniciativa, aunque por defecto las represalias siempre terminan por ser de un precio indudablemente elevado. En este caso, el motor que ha llevado al ser humano a buscar casi con desesperación desde que conquistó la capacidad de razonamiento establecer relaciones con sus congéneres de gustos similares, es una necesidad de sentir la seguridad de ser partícipe de algo, de ser aceptado, de estar integrado, y esto naturalmente siempre es más propicio a darse cuando uno se encuentra rodeado de personas con quien se siente identificado.
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El problema de este sistema de agrupación es que siempre se tiende a considerar lo propio superior a lo ajeno ¿y cuál es la manera más fácil de considerar ese estatus? Denigrar el valor de todo aquello que no nos corresponde, en consecuencia, la rivalidad crea una tensión entre los diferentes “tipos” de personas que desgraciadamente suele inducir finalmente a actos de violencia.
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Por otro lado las reticencias al cambio generan una inflexibilidad que convierte un placer en una falta de libertad asfixiante. Es decir, pongamos a modo ilustrativo que mi color favorito desde la infancia es el naranja, pero llegado un determinado punto de mi vida, decido sustituirlo por el verde, este sencillo trueque se ve con desconfianza por la sociedad ya que el manipulado mensaje que se emite a partir de esta inofensiva acción es que soy volátil, que no puede confiarse en mi e incluso, que carezco de la habilidad de comprometerme de forma veraz y fiel. Esto, se ve fácilmente como el despropósito incongruente que en verdad es cuando se analiza bajo la lupa de un ejemplo tan cándido, pero a la hora de aplicar esta misma lección en casos cotidianos como es el que una persona cambie su estilo del vestir, el cambio deja de ser bien recibido, aún cuando no deja de ser la reacción de la vida misma, a medida que acumulamos vivencias, perspectivas e ideas nuevas, crecemos como individuos por lo que sólo es natural que nuestro parecer también se vea alterado.
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Formulado este antropológico discurso, podemos aventurarnos a la historia de la subcultura gótica, la cual si se le pregunta a un ciudadano de entendimiento básico al respecto, nos dirá que se remonta a los años transitorios entre los setenta y ochenta, no obstante la primera semilla fue sembrada muchos siglos antes.
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Para entender la estética gótica, primero tenemos que remontarnos al siglo V aproximadamente, cuando los visigodos entraron en escena trayendo consigo su imponente (y casi espeluznante) estilo que buscaba transmitir el carácter de su pueblo. Precisamente es “godo” el origen etimológico de lo que tras centenares de años de evolución lingüística pasaría a ser gótico.
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Más adelante, una vez entrada la Edad Media, los precedentes sentados por este pueblo germánico serían recogidos en vertientes arquitectónicas y artísticas como fueron las grandes catedrales góticas que igualmente intimidaban con sus iluminaciones tétricas, altas torres, gárgolas y esculturas de demonios, y más tarde surgiría a finales del siglo XVIII un afán por la literatura tétrica que se consolidaría en el siglo siguiente gracias a obras como Frankenstein de Mary Shelley, Dracula de Bram Stoker y Cumbres Borrascosas de Emily Brönte entre otras.
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Pero llegado el movimiento punk, surgiría un nuevo género musical en los últimos años de la década setentera: el rock gótico (con bandas de renombre como Joy Division y Bauhaus en su espectro) que terminaría de dar forma a lo actualmente conocemos por gótico.
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Reconocer a una persona gótica por su manera de vestir no es tarea difícil, asimismo debemos señalar que esta no se reduce simplemente a lucir colores apagados y portar un aspecto exánime, pues el verdadero trasfondo es mucho mayor.
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Lo que muchos no sospechan es que la vestimenta gótica es una de las más refinadas ya que la fuerte influencia de la época victoriana sobre esta conduce a una predominancia de tejidos lujosos y delicados como el terciopelo o el encaje, los cuales en contraposición con la rudeza del cuero de pujanza punk crean una armonía si bien oscura, bien elaborada.
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Entre algunas de las prendas más icónicas del ajuar gótico encontramos los corpiños, las capas, los pantalones ceñidos, las faldas voluminosas, los abrigos largos y las botas embellecidas con tachuelas u otros elementos decorativos como joyas o hebillas.
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Por último, otra importante característica a tomar en cuenta sobre la tribu urbana gótica es el espíritu individualista que se da dentro de este colectivo, ya que el ser gótico se concibe como todo un estilo de vida, se da margen de interpretación a cada persona, tanto es así, que la androginia también es un efecto muy deseado dentro de dicha estética.
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En lo que a referentes se refiere, la familia Addams tienen atuendos muy apropiados o si preferís algo más actual, quizás el grupo Måneskin os sirva de inspiración.
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Courtesy of Pinterest. Familia Addams |
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Courtesy of Pinterest. Måneskin |
À bientôt,
Le Chaos.
Morticia Addams would be proud:
Urban subcultures have been in motion for nearly half a century, taking different forms, but always essentially in force. Some of the most famous have been superficially probed in previous posts, in which they have emerged organically in the background of topics in which they are involved, for example we have the seventies and its emblematic hippies (https://creativitymidstchaos.blogspot.com/2022/01/the-me-decade.html). However, in this regard, we still have a lot of unexplored ground to cover, so on this occasion the Gothic tribe will be the object of our interest in order to broaden our horizons of knowledge, although before commencing this activity, I will make a point in the meaning that this social division holds.
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Firstly, we can distinguish without the need for explanations the separatist aspect of what it means to label the population according to their tastes, which does not always imply that an ignominious intention is behind said initiative, although by default the reprisals always end up being undoubtedly high priced. In this case, the motor that has led the human being to search almost desperately ever since he conquered the ability to reason, to establish relationships with its peers with similar tastes, is a need to feel the security of being a part of something, of being accepted, of being integrated, and this naturally is always more conducive to occur when one is surrounded by people with whom one feels identified.
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The problem with this grouping system is that we always tends to consider our own superior to another's, and what is the easiest way to reach that status? Denigrating the value of everything that does not belong to us, consequently, rivalry creates a tension between the different "types" of people that, unfortunately, usually leads to acts of violence.
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On the other hand, the reluctance to change generates an inflexibility that turns a pleasure into a suffocating lack of freedom. That is to say, let's put as an illustration that my favorite color since childhood is orange, but at a certain point in my life, I decide to replace it with green, this simple barter is viewed with distrust by society since the manipulated message that is emitted from this harmless action is that I am volatile, that I cannot be trusted, and even that I lack the ability to commit myself truthfully and faithfully. This is easily seen as the incongruous nonsense that it really is when analyzed under the magnifying glass of such a candid example, but when applying this same lesson in everyday cases such as changing our clothing style, the change is no longer welcomed, even though it is still the reaction of life itself, as we accumulate new experiences, perspectives and ideas, we grow as individuals, so it is only natural that our opinion is also altered.
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Having given this anthropological speech, we can venture to the history of the gothic subculture, about which if you ask a citizen of basic understanding, they will tell you that it goes back to the transitional years between the seventies and eighties, nonetheless, the first seed was planted many centuries before.
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To understand the Gothic aesthetic, we first have to go back to the 5th century or so, when the Visigoths entered the scene bringing with them their imposing (and almost creepy) style that sought to convey the character of their people. Precisely "Goth" is the etymological origin of what, after hundreds of years of linguistic evolution, would become Gothic.
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Later, once the Middle Ages entered, the precedents set by this Germanic people would be collected in architectural and artistic aspects such as the great Gothic cathedrals that were equally intimidating with their gloomy illuminations, high towers, gargoyles and sculptures of demons. Further along, at the end of the 18th century, a desire for murky literature would emerge that would be consolidated in the following century thanks to works such as Frankenstein by Mary Shelley, Dracula by Bram Stoker and Wuthering Heights by Emily Brönte, among others.
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But when the punk movement arrived, a new musical genre emerged in the last years of the seventies: gothic rock (with renowned bands such as Joy Division and Bauhaus in its spectrum) that ended up shaping what we currently know as gothic.
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Recognizing a gothic person by their dressing manners is not a difficult task, though we must also highlight that this is not simply reduced to wearing dull colors and carrying a lifeless appearance, since the true background is much greater.
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What many do not suspect is that Gothic clothing is one of the most refined, since the strong influence of the Victorian era on it leads to a predominance of luxurious and delicate fabrics such as velvet or lace, which in contrast with the rudeness of the leather of punk provenance, create a harmony, albeit dark, well elaborated.
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Among some of the most iconic garments of the Gothic trousseau we find bodices, capes, tight pants, voluminous skirts, long coats and boots embellished with studs or other decorative elements such as jewels or buckles.
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Finally, another important characteristic to take into account about the Gothic urban tribe is the individualistic spirit that occurs within this group, since being Gothic is conceived as a whole lifestyle, each person is given room for interpretation, so much so, that androgyny is also a highly desired effect within said aesthetic.
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As far as references are concerned, the Addams family have very appropriate outfits or if you prefer something more current, perhaps the Måneskin group will inspire you.
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Courtesy of Pinterest. Addams family |
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Courtesy of Pinterest. Måneskin |
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