A surrealistic maison

Schiaparelli y el surrealismo:

 Soy amante del arte. Este es un hecho altamente deducible de mis anteriores entradas, pero hasta esta ocasión no me he dignado a encararlo directamente como estoy a punto de hacer. Puedo asegurar sin pecar de falsedad, que Dalí es mi artista favorito, pues guardo un gran valor sentimental especial hacia él y sus sensacionales bigotes puntiagudos desde mi temprana niñez, cuando mi padre me mostró “La persistencia de la memoria” e inmediatamente mi hambrienta curiosidad de estimulación creativa voló sobre los millones de significados atribuibles a tal singular cuadro. 

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A lo que quiero llegar a través de esta breve narrativa del pasado, es al estilo surrealista de Salvador, el cual al ser estudiado desde el anteojo de la moda destaca otro gran referente dentro de la corriente, Schiaparelli. El surrealismo que fue la vanguardia de mayor repercusión en el mundo, se caracteriza por su interés por el subconsciente, los sueños y los procesos mentales no sometidos a la razón, utilizando métodos como la escritura automática para alcanzar sus intereses. 

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Elsa Schiaparelli (1890-1973) encarnaba la modernidad, la fortaleza femenina y la osadía; cualidades que la llevaron a la cumbre de la alta costura en tiempos donde dicho concepto resultaba realmente novedoso. Para haceros a una idea del audaz carácter de aquella genio simplemente os diré que se casó a la edad de 22 años con un hombre al cual conoció 24 horas previas al enlace matrimonial, y tras naufragar dicha relación se desposó con un vestido negro (increíble lo sé, pero cierto). Poseía amistades en círculos sociales de clase elevada, incluyendo los frecuentados por Picasso y Dalí, por lo que su estrambótico estilo no es motivo de sorpresa.

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 Algunas de las obras más influyentes a nivel global de Schiaparelli fueron los primeros monos femeninos, la creación de los desfiles a modo de espectáculo y la falda pantalón (la cual revolucionó el concepto de confort e impulsó las líneas deportivas). Ahora que todos conocemos ligeramente a la diosa de la vestimenta surrealista, podemos analizar justamente sus creaciones estilísticas como sus medias ornamentadas con unos tallos (unos de los motivos preferidos por la diseñadora) pintados a mano en la parte superior al talón, en marzo de 1959; el icónico vestido decorado con una langosta dorada reencarnado en la Met Gala de 2012 por Anna Wintour; el traje portado por la aclamada modelo de época, Shari Herbert, el cual además de lucir un deslumbrante escote empedrado utiliza las costuras ágilmente para abrazar las curvas de la mujer; la colaboración entre Dalí y Elsa en 1937 de la cual nació el “zapato sombrero”; o el atuendo color topo que ilustra la cabeza de una mujer gracias al uso de crepé de seda, hilo metálico y cuentas de vidrio fruto de su cooperativa con Jean Cocteau. 

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Con todo dicho, solo me queda preguntaros a vosotros lectores si os habéis quedado tan asombrados por el talento de Elsa Schiaparelli como yo.

À bientôt.
Le Chaos.

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Schiaparelli and subrealism:

I am an art lover. This is a highly deductible fact from my previous entries, but until this time I have not deigned to face it directly as I am about to do. I can assure you without sin of falsehood, that Dalí is my favorite artist, because I have a great special sentimentality towards him and his sensational pointed mustaches since my early childhood, when my father showed me "The Persistence of Memory" and immediately my hungry curiosity for creative stimulation flew over the millions of meanings attributable to such a singular painting. 

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What I want to get to through this brief narrative of the past is the surrealist style of Salvador, which, studied from the lens of fashion, highlights another great reference within the current, Schiaparelli. Surrealism, which was the vanguard with the greatest repercussion in the world, is characterized by its interest in the subconscious, dreams and mental processes not subjected to reason, using methods such as automatic writing to achieve its interests. 

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Elsa Schiaparelli (1890-1973) embodied modernity, feminine strength and daring; qualities of her that led her to the pinnacle of haute couture in times where this concept was truly novel. To get an idea of ​​the audacious character of that genius, I will simply tell you that at the age of 22 she married a man whom she met 24 hours prior to the marriage, and after the relationship was shipwrecked, she married a black dress (incredible, I know, but true). She had friendships in upper-class social circles, including those frequented by Picasso and Dalí, so her bizarre style is no surprise. 

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Some of the most influential works at a global level by Schiaparelli were the first female jumpsuits, the creation of the parades as a show and the trouser skirts (which revolutionized the concept of comfort and promoted sports lines). Now that we all know the goddess of surrealist clothing slightly, we can precisely analyze her stylistic creations such as her ornate stockings with stems (one of the designer's favorite motifs) hand-painted on the upper part of the heel, in March 1959; the iconic dress decorated with a golden lobster reincarnated at the 2012 Met Gala by Anna Wintour; the suit worn by the acclaimed period model, Shari Herbert, which, in addition to showing off a stunning stone-cut neckline, uses the seams nimbly to embrace the woman's curves; the collaboration between Dalí and Elsa in 1937 from which the “shoe hat” was born; or the taupe outfit that illustrates a woman's head thanks to the use of silk crepe, metallic thread and glass beads, the result of her cooperative with Jean Cocteau.

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With all that said, I can only ask you readers if you are as amazed by the talent of Elsa Schiaparelli as I am.

À bientôt.
Le Chaos.

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